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Meta Facebook

El meta-engaño de Facebook

Hace unas semanas hablaba en un programa de radio local sobre el apagón que habían sufrido las redes de Facebook durante más de seis horas. Las razones, las consecuencias y la falta de empatía del propio equipo de la corporación norteamericana en sus justificaciones. Todo cuestiones terrenales, con una incidencia económica brutal para el común de los mortales, pero nimia para ellos.

El verdadero daño llegaría unos días después de la mano de una antigua empleada. Frances Haugen filtró información confidencial a The Wall Street Journal sobre Facebook generando una intensa polémica sobre la forma de actuar de la compañía. Haugen había sido Gerente de Producto dentro del departamento de Civic Integrity, una unidad de dedicada a luchar contra la desinformación política en la plataforma, hasta 2021, cuando dejó su cargo. 

En la entrevista que concedió al programa 60 Minutes, a raíz de su filtración a la prensa, desveló cuestiones tan sensibles como el hecho de que la empresa fomenta, a través de sus algoritmos, los discursos del odio porque generan mayor interacción y, en consecuencia, más beneficios económicos para la corporación americana.

Cuanto más participen los usuarios en la plataforma y mayor sea el tiempo pasen en ella, las oportunidades de impactar mediante la publicidad, su principal fuente de ingresos, también serán considerablemente mayores.

Entre otras muchas cosas, quizá uno de los datos más perversos revelados por la exempleada, tienen que ver con Instagram, también propiedad de Facebook. 

Según confirma Haugen, los propios informes internos de la compañía probaban lo siguiente:

“Cuando las mujeres jóvenes consumen contenidos que empeoran sus desórdenes alimenticios se deprimen y, esta depresión, las lleva a consumir más y más contenidos de ese tipo. Eso las mete en un bucle en el que odian su cuerpo cada vez más”.

Esta realidad fue ocultada por la compañía, puesto que, una vez más, era beneficiosa para sus propios intereses.

Todo esto ha conducido a la que puede ser la mayor crisis de Facebook. A pesar de que la compañía no es ajena a lidiar con escándalos de todo tipo. Especialmente los que están ligados a su forma de tratar la privacidad de las personas, la desinformación o la misma manipulación mediática a través de su entramado de redes sociales.

Si ante una situación como esta no se toman de verdad cartas en el asunto y se legisla con la severidad que requiere este tipo de actuaciones corporativas, continuaremos a merced de estos gigantes tecnológicos que ya controlan espacios infinitos de nuestra vida y, en especial, la de los adolescentes.

La respuesta de Facebook a todo esto ha sido un lavado de imagen que incluye cambiar su nombre por Meta. La idea es dejar de ser una empresa de redes sociales para convertirse en el nuevo “metaverso” con el objetivo de eliminar las barreras entre el mundo real y virtual.

Más allá desprenderse de la toxicidad que acompaña a la marca en los últimos tiempos, todo esto lleva acompañado un nuevo modelo de negocio que les haga menos dependientes de la publicidad virando hacia la venta de “bienes virtuales”.


Algo que ya han explotado con éxito empresas de videojuegos como Epic Games con Fortnite o Mojang Studios con Minecraft. En ambos casos, ofrecen juegos gratis y, al mismo tiempo, venden toda clase de productos virtuales a los jugadores como escenarios, armas, avatares, etc.

La semana pasada, Mark Zuckerberg aprovechó la conferencia inaugural de Facebook Connect para reflexionar sobre este mundo virtual que pretende crear y al que los usuarios podrán acceder a través de dispositivos de realidad virtual como Oculus, también propiedad de la compañía. 

En medio de la crisis reputacional que venimos comentando, Facebook pretende apropiarse del concepto de metaverso para afianzar su imperio y desarrollar un mundo virtual donde cada uno de nosotros compre, trabaje y disfrute de su ocio. Eso sí, siempre bajo la atenta mirada de sus algoritmos.

Ellos serán los que tendrán un control absoluto sobre las interacciones de cada uno de nosotros para mayor gloria de la publicidad hiper-personalizada y de su propio negocio.

Con 2.900 millones de usuarios activos a día de hoy y una capacidad de segmentación publicitaria inigualable por ningún otro medio, la apuesta de la empresa de Menlo Park parece caballo ganador. 

La duda es si los problemas de credibilidad y confianza que arrastra la marca se convertirán en un muro que evite el despegue de su particular metaverso. Otras compañías, como la propia Microsoft, están al acecho ante la descomunal inversión financiera y técnica que supondrá desarrollar este universo virtual paralelo en donde quieren meternos. 

Esta nueva fase del universo digital, se parece muy poco al origen de Internet, una red descentralizada y aparentemente ingobernable. Ahora que las grandes empresas-Estado han logrado hacerla suya,  quieren ir un paso más allá, construyendo un mundo paralelo bajo su control omnisciente dónde cada paso que demos esté monitorizado y controlado para dirigir nuestra vida virtual, aquella que, tal vez, algún día,  sustituya a la física.